Nuevo intento de tirada larga con la mochila de hidratación, y otra vez sufriendo con ella... ay!
Además de lo ya comentado la vez anterior, por restar esa sensación de libertad al correr, algo que ya tenía en cuenta y de lo que he tratado de desconectar en esta ocasión, me he encontrado con otro problema añadido.
Me planteé una ruta entre mi casa y el Parque Tecnológico, a un ritmo tranquilo para resistirlo bien ya que no había hecho el recorrido a pie nunca (sólo en coche). Tampoco sabía la distancia exacta, solamente sabía que eran algo menos de 20 km. Llené la bolsa con isotónica que había estado en la nevera todo el día (por probar qué tal el avituallamiento en marcha con ese tipo de bebida en vez de agua, y también por probar cuánto aguantaba la bebida fría sin convertirse en caldito de puchero).
A los 3 km aproximadamente, al pasar por Los Asperones I aproximadamente noté que me caían unas gotitas en la parte trasera de las piernas. ¿Tanto estoy sudando hoy? Pero si está nublado y no hace tanta calor como la vez anterior! Pero no, pasé la mano por la espalda y la camiseta estaba empapada, y no era sudor, olía a isotónica... conclusión: bolsa de la mochila de hidratación pinchada.
Fue perdiendo el contenido poco a poco, pero a buen ritmo. A partir del km 6 ya sólo podía dar pequeños sorbitos, chupando del tubo con bastante fuerza porque el contenido estaba al fondo. Estaba fresquita, eso sí, jejeje.
En definitiva, hice la tirada larga con muy poquito líquido que reponer durante la carrera. Al terminar, nivel de hidratación: la lengua áspera como la de mi gato. Una vez más, tuve que hidratarme a base de cervecita después de la carrera, qué le vamos a hacer...
Resultado del entrenamiento (además del percance con la hidratación): 18,7 km en 1:49:35, con el siguiente perfil de la etapa:
Conclusión: Planteándome la adquisición de un cinturón de hidratación con posibilidad de carga de un par de bidones de 500 ml. Y pendiente el recambio de la bolsa de la mochila.
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